Hombres para el siglo XXI.
La vida cotidiana de los hombres feministas
El feminismo es uno de los movimientos más revolucionarios del siglo XX que sigue su camino hacia la igualdad en el sigo XXI, sumando a los hombres. Un gran ejemplo de esto es la campaña #Heforshe de la ONU que incide en la importancia de incorporar a los hombres al feminismo. El gran poder transformador de este movimiento no va referido sólo a las condiciones poílticas y sociales, que también, sino a la vida cotidiana. El feminismo propone una forma diferente de relacionarnos entre hombres y mujeres pero también entre hombres y hombres y mujeres y mujeres basado en la igualdad, el valor del cuidado y la diversidad.
Para dar testimonio del camino de los hombres hacia la igualdad y para narrar sus vivencias cotidianas, políticas y sus dificultades y dudas nace el proyecto Hombres para el siglo XXI: semblanzas de hombres feministas impulsado por la Asociación de Hombres para la Igualdad de Género (AHIGE) y editado en Bubok.es. La obra agrupa la historia diversa y plural de 19 hombres que caminan hacia la igualdad y que en algún momento y por diferentes motivos han estado vinculados a AHIGE. Se trata de un libro de relatos autobiográficos que nos hablen desde la emoción y la vivencia personal del devenir vital de cada autor, desde su infancia hasta el momento en el que toma conciencia de su situación de hombre de género y decide combatir al machismo comenzando por su cambio interior y su incorporación al colectivo de hombres igualitarios. En este libro se van a sentir reflejados muchos hombres y sus venturas y desventuras serán ecos de las nuestras propias.
Este libro da continuidad y amplia el trabajo por la visibilidad, existencia y desarrollo del movimiento de hombres igualitarios como parte sustancial del movimiento feminista y del cambio hacia la igualdad. Sus precedentes son Hombres promovida por el Foro de Hombres por la Igualdad, y el año pasado se editaba Hombres con corazón a iniciativa de un grupo de hombres igualitarios que respondían a una serie de preguntas realizadas por la Presidenta de la Fundación Terapia de Reencuentro, Fina Sanz Ramón, que se encargó de la coordinación y transcripción de las respuestas.
Lo primero que salta a la vista al haber coordinado este libro es como se confima la tesis planteada por las teóricas queers, Eve Kosofsky y Gayle Rubin, cuando afirman que la única identidad verdadera es la identidad individual y que ésta no es algo estático e invariable que se forma en la infancia (tesis freudiana) sino un proceso dinámico que se va construyendo a lo largo de la vida con la incorporación de experiencias, vivencias, reflexiones que la convierten en algo siempre inacabado. Los 19 relatos autobiográficos que contiene el libro son un ejemplo de variedad, pluralidad e individualidad. No hay dos iguales, cada uno tiene su impronta particular y esa es la riqueza que plantea para la reflexión y la resonancia emocional.
Por otra parte, destaca paradójicamente que todos los relatos tienen un final común, es decir, desembocan en un malestar por las consecuencias vividas por culpa de la socialización patriarcal recibida. Se describe una común actitud de rebeldía frente al despótico corsé de la masculinidad machista y una opción que les llevará a un cambio personal profundo. En este camino se encuentran con AHIGE como colectivo de hombres que propugnan un cambio social hacia una sociedad de personas libres, iguales y fraternas, sin corsés de género ni de clase social desde un planteamiento social, político, pero también personal. Se trata del viejo sueño igualitario de los revolucionarios franceses que, desde entonces, se ha convertido en los principios que definen todos los progresos humanos: desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los Objetivos del Milenio y la misma existencia de las Naciones Unidas.
Este libro es el fruto de este movimiento de hombres feministas, que apuestan por ser tiernos, amorosos, corresponsables, alegres y fraternos. Renuncian a los privilegios de usar a las mujeres como objetos a su servicio, prefieren ser autónomos y valerse por sí mismos. Renuncian al poder que les puede procurar el ejercicio de la violencia, prefieren vivir en paz y en solidaridad con sus iguales. Renuncian a la competitividad agresiva para ser de los primeros, prefieren el compañerismo, la cooperación y el sentimiento que produce la búsqueda de tareas en común. Renuncian al sexo compulsivo y depredador, prefieren el placer compartido. Son hombres para el siglo XXI que apenas acaba de nacer y que, según todos los pronósticos, va a ser el siglo de las mujeres y de la igualdad.
Superando lo masculino y lo femenino
Las historias personales de este libro no se entienden si no es desde el feminismo y su análisis crítico de la sociedad. Hace falta tener claros tres conceptos: el patriarcado, el feminismo y el movimiento de hombres por la igualdad. El patriarcado se define como el modo de relaciones sociales y de producción que divide a la especie humana en dos grandes colectivos: el masculino y el femenino. La relación entre ellos es de dominación-sumisión, siendo lo masculino lo dominante y poderoso y lo femenino, lo sometido y cosificado. Esta forma de relacionarse hombres y mujeres ha funcionado durante miles de años, con las variantes y reformas propias de la dinámica evolutiva de las sociedades humanas. Aunque hay antecedentes previos es sólo partir de la instauración de la Modernidad, con la Revolución burguesa, cuando las mujeres se rebelan frente a su opresión y sometimiento y comienzan a reclamar sus derechos.
Así es como surge el movimiento feminista compuesto por grupos de mujeres deseosas de liberarse del yugo patriarcal. Hoy, en nuestro país y en otros más, las leyes reconocen la igualdad de derechos de hombres y mujeres, aunque todavía quedan importantes flecos por desarrollar en el ámbito político como la ley que obligue a la igualdad de salario por igual trabajo o el desarrollo efectivo de la ley contra la violencia de género o la reforma educativa necesaria para que las nuevas generaciones aprendan desde la infancia a relacionarse en igualdad y fraternidad. Sin embargo, el cambio social es mucho más lento debido a la inercia de las tradiciones, prejuicios y valores patriarcales que siguen conformando la existencia de millones de personas.
Pese a las leyes, seguimos inmersos en una sociedad patriarcal que contradice a diario sus propias leyes. El machismo aparece incrustado en los comportamientos de los jóvenes, en los medios de comunicación, en las películas, en las instituciones políticas y culturales, en la persistencia de los prejuicios tradicionales, como los concursos de misses, las reinas de las fiestas de los pueblos, en las series de televisión y un largo etcétera.
El movimiento de hombres como consecuencia del feminismo
Como dice Anthony Giddens, mientras las mujeres han estado varios siglos luchando por sus derechos y por el progreso social, los hombres, convencidos de que ellos eran los privilegiados, se han pasado el tiempo mirándose el ombligo y sin mover ni una pestaña. Pero la influencia del feminismo comenzó a mover las neuronas masculinas, en la mayoría de las veces, poniéndoles a la defensiva, y en otras, las menos, haciéndoles reflexionar sobre sí mismos. Hace medio siglo que surgieron los primeros grupos de hombres empeñados en cuestionarse su forma de vida y la influencia del machismo en sus comportamientos de la reflexión personal y la vida cotidiana.
Los hombres feministas comenzaron por solidarizarse con las mujeres víctimas de la violencia machista (a partir de la Campaña del Lazo Blanco), luego, descubrieron que no era oro todo lo que relucía y que, para muchos hombres, la masculinidad de género les obligaba a comportarse de manera temeraria y arriesgada, poniendo en peligro sus propias vidas. Aparecieron investigaciones y estudios que dejaban claro que el machismo perjudica la salud de mujeres y de hombres y que intentar el cambio hacia masculinidades igualitarias tenía grandes ventajas personales. Así fue cómo surgió el movimiento de hombres por la igualdad de género, primero en Canadá, Francia, los países del Norte de Europa y EE UU, más tarde llegaron los países latinos: Italia, Portugal, España y Latinoamérica.
En España surgieron los primeros grupos hace cuarenta años en Madrid, Valencia y Andalucía. A finales de los noventa, se organizaron Jornadas sobre la Condición Masculina, en Toledo y Jerez de la Frontera. Y en el año 2000, se creó la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE). Actualmente, tanto los colectivos asociativos, como los grupos de hombres más dedicados al cambio personal y la reflexión interior, se encuentran diseminados por todo el Estado y gozan de estupenda salud, a pesar de que el Gobierno se muestra reacio a aplicar las directivas europeas y de las Naciones Unidas respecto a favorecer y fomentar la inclusión de los hombres en las políticas de igualdad. Un movimiento muy vivo y en crecimiento por la justicia social, la igualdad y el cambio en la masculinidad que deje atrás la competencia y la voluntad de dominio y apueste por los cuidados y la fraternidad.
Este artículo ha aparecido aquí: http://blogs.elpais.com/mujeres/2016/01/la-vida-cotidiana-de-los-hombres-feministas.html
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